martes, 13 de marzo de 2012

¿ COMO ES LA RESPUESTA SEXUAL FEMENINA?






Da la sensación de que la respuesta sexual de la mujer se halla mucho más influida por aspectos psicológicos que sexuales. Decíamos antes que el hombre se excita con poca cosa. La mujer, en cambio, necesita más alicientes. Lo más frecuente es que dé mucha importancia a los componentes psicológicos no sexuales que intervienen en la relación. Una mujer heterosexual, para excitarse sexualmente con un hombre, debe considerarlo agradable, afectuoso y emocionalmente interesante.


La vulva

Los genitales externos de la mujer responden al nombre de vulva. Bien es verdad que este nombre, impecable desde el punto de vista técnico, tiene poco predicamento. La prueba es que no se emplea como exclamación soez. Difícilmente oiremos a alguien diciendo "¡Vulva!" como indicación de asombro, interés o fastidio. Más bien oiremos "¡Coño!" o, con fines más explicativos que imperativos, alguno de sus eufemismos malsonantes ("chocho", "conejo", "patata"...)

La vulva es un objeto anatómico poco conocido, en general. Muchas son las mujeres que no la conocen a fondo, lo que requiere examinarla con ayuda de un espejo (no es necesario que sea mágico).

El clítoris, ese curioso adminículo situado en la parte superior, y cubierto por un capuchón que, por abajo, se continúa con los labios menores, suele acaparar misterio y morbo a partes iguales. Los varones que conocen su existencia, suelen adjudicarle un uso prioritario en la obtención de placer, lo cual no es compartido por la generalidad de las mujeres.

Acariciar un clítoris es una experiencia de todo punto recomendable, pero no exactamente cosa fácil. Cuando la mujer empieza a excitarse, el clítoris aumenta de tamaño, pero también (y mucho más) el capuchón que lo cubre. De ahí que muchos clítoris queden embozados en esta fase de alegría, con lo que su apariencia es un tanto imprecisa. Si la mujer no orienta verbalmente en esa lid, el hombre puede quedar desorientado en su acoso y derribo del eréctil, pero esquivo, cuerpecillo.

Mujeres hay que, aún habiendo oído y leído acerca del clítoris, no están muy seguras de donde lo tienen, e incurren en similares torpezas cuando el pequeño travieso da señales de vida, pero sin mostrarse (cubierto por su capucha) con suficiente descaro. Habida cuenta de que hay otras partes de la vulva tan sensibles como el propio clítoris (el capuchón, los labios menores) la exploración al tacto no resulta suficientemente reveladora.

He tenido clientes que, solas o en pareja, han fallado estrepitosamente en la búsqueda y captura del interesante artificio. Y es que el clítoris, aunque muy sobrevalorado, cuesta realmente de hallar a menos que sea muy prominente. El tamaño de este artilugio es variable, desde milímetros a varios centímetros. Los más habituales pueden ser evidentes en fase de letargo, pero quedan perdidos en la espesura apenas se inicia la fiesta.

Como veremos, la excitación sexual de la mujer se manifiesta por el entumecimiento de clítoris, capuchón y labios menores, con lo que los dos últimos instrumentos pueden englobar al primero y hacerlo poco patente. Por otra parte, el clítoris puede reaccionar con disgusto si se le acaricia directamente. Es muy suyo, y, en muchas mujeres, delicado. Tocar directamente el clítoris puede causar una sensación de intenso cosquilleo, agradable y desagradable al mismo tiempo. Es mejor actuar sobre él a través del capuchón, o con la mano plana sobre los labios menores y mayores, o acariciándolo "desde arriba" a través del monte de Venus. La lengua bien húmeda es el órgano sexual que el pequeño clítoris acepta mejor como compañero de viaje, a condición de que se comporte en forma paciente y tenaz. Como muy bien respondía un clítoris suspicaz, al ser preguntado por otro clítoris malintencionado acerca de su relativa sequía en cuanto a placeres: "¡Malas lenguas!".

¿Orgasmo clitoridiano o vaginal?

¡Qué mas da! Cualquier orgasmo requiere la suficiente estimulación, en intensidad y tiempo, de la plataforma orgásmica (clítoris, capuchón y labios menores). Quien dedique sus afanes a una parte concreta (clítoris, labios menores...) logrará orgasmo. Quien incite la plataforma de forma indirecta (masajeando los labios mayores, revolviendo el monte de Venus, apretando los muslos, apretando todo el pubis sobre un cojín, o sobre un osito de peluche, o sobre la pierna del noviete...) llegará igual. Durante el acto sexual, propiamente dicho, el negocio es más difícil. Requiere que los cuerpos de los dos contendientes se aprieten, pubis contra pubis, de forma que la plataforma orgásmica se sacie de apreturas. También es posible que mujeres hábiles "pillen" el orgasmo durante el acto sexual, simplemente apretando los músculos de los muslos y del recto. Algunas afortunadas (pocas) tienen orgasmos solamente con excitaciones mentales.

Digan lo que digan, pocas veces "el varón provoca el orgasmo a la mujer". Es la mujer quien lo "captura" con la ayuda de su compañero.

Aquella famosa frase "no hay mujeres frígidas sino varones inexpertos" me ha parecido siempre desastrosa. Eleva la mujer a la categoría de un instrumento musical ("no hay guitarras malas sino guitarristas inexpertos"). Creo que remeda una frase de San Pablo ("no hay mujer honesta sino mal trabajada") que también se las trae. Lo correcto es pensar que si una mujer tiene algún tipo de dificultad sexual, es ella, en primer lugar, quien tiene que preocuparse por aprender a corregirlo. No quedarse tendida pasivamente en la cama esperando que el compañero adquiera experiencia.

Todas, todas las mujeres, tienen la posibilidad de tener orgasmos. Las condiciones son:

1. Estimulación en el lugar adecuado.

2. De la forma adecuada.

3. Durante el tiempo necesario.

4. Con los componentes psicológicos oportunos.

Repasémoslas una por una.



Estimulación en el lugar adecuado

El lugar adecuado puede ser cualquiera que, de forma directa o indirecta, presione la plataforma orgásmica. Veamos los lugares y las técnicas:



1. Clítoris, capuchón del clítoris y labios menores. Todas estas zonas tienen una similar sensibilidad en cuanta recepción de estímulos sexuales. Su importancia queda reflejada en el hecho de que más del 80 % de las mujeres que se masturban, lo hacen acariciando estas partes concretas. En la masturbación, las mujeres mueven uno o dos dedos suave y rítmicamente sobre las zonas sensibles, o bien aplican una presión rítmica o constante con varios dedos o toda la mano. Harían bien los hombres en copiar tales maniobras, a la hora de solazar a sus compañeras.

Es normal que con uno o dos dedos se accione entre los labios menores, frotando a lo largo para llegar, en cada movimiento, hasta el clítoris o a su base. También es útil apretar los labios entre pulgar e índice, de forma rítmica.

En algunas mujeres, estas zonas son excesivamente sensibles. En estos casos, ellas suelen preferir la estimulación a través del capuchón del clítoris, es decir, "desde arriba". O bien, la estimulación a través del monte de Venus, la parte inmediatamente por encima de la vulva, cubierta por el vello pélvico.

Recordemos que todas estas estructuras están ligadas al clítoris en su parte anterior y superior, y que, por tanto, su estimulación actúa indirectamente sobre ese órgano.

Otra técnica, sobre estas mismas zonas, es la aplicación del estímulo con algún objeto en lugar de los dedos. Más adelante hablaremos del efecto que un vibrador puede tener en estos casos.



2. Labios mayores. La presión sobre los labios mayores puede resultar muy estimulante para algunas mujeres. De todas formas lo normal es que, cuando se actúa sobre los labios mayores. La fuerza se ejerce de forma general sobre toda la zona genital.



3. Presión de los muslos. Es una técnica de masturbación empleada por un diez por ciento de mujeres. Las presiones afectan a toda la zona genital (labios mayores, menores, clítoris...)



4. Tensiones musculares. Existen maravillosos orgasmos femeninos producidos únicamente por la tensión de los músculos de la zona pélvica. Una hembra boca abajo, moviendo las nalgas rítmicamente hacia adelante y una contra otra, puede llegar al clímax con relativa facilidad. Algunas de ellas aprovechan para presionar suavemente sus genitales contra la cama, un cojín o un muñeco de peluche.

Los movimientos de las nalgas, con tensión considerable de los músculos glúteos y abductores, imitan los movimientos del varón durante el acto sexual, y son los mismos que efectúa la mujer cuando se coloca encima en dicho acto.

Como técnica de masturbación no es tan frecuente como otras; alcanza al cinco por ciento de mujeres. pero quienes la experimentan aseguran que es una de las más gratificantes en cuanto a la calidad de los orgasmos alcanzados.



5. Los pechos. En gran cantidad de mujeres los pechos, y, muy especialmente, los pezones, son eróticamente sensibles. La estimulación de los pechos, por sí sola, no es suficiente para llegar al orgasmo, salvo en algunas mujeres muy sensibles. Pero sirve de mucho combinar la estimulación de los senos (acariciándolos, oprimiéndolos con la mano o con el cuerpo, besándolos...) con la de los genitales.



6. La vagina. La realidad es que solamente existen zonas erógenas en la parte inicial de la vagina. Más adentro el equipamiento de "terminales de placer" es escaso o nulo. De ahí que, aunque alrededor de un 20 % de mujeres se masturben introduciendo dedos u objetos en la vagina, pocas de ellas dejan de acariciarse, al mismo tiempo, en el resto de los genitales.

Algunas mujeres tienen sensible el llamado punto G (por su descubridor, Grafenberg). Se trata, más o menos, de la zona de la vagina correspondiente al clítoris, por debajo. Para llegar a él se debe introducir un dedo, preferentemente el medio, en la vagina. Con el pulpejo del dedo hacia arriba, puede estimularse este punto. No todas las mujeres reaccionan en este recinto. Lo más práctico es probar, preguntar, y actuar en consecuencia.



Estimulación de la forma adecuada

La forma adecuada es la que cada mujer considera adecuada para ella misma. Si la mujer tiene experiencia en masturbarse, lo mejor es que comunique al hombre cómo lo hace, o que haga una demostración práctica.

Hay mujeres que prefieren la estimulación con los dedos, otras con la lengua, otras seleccionan el frotamiento de los genitales con el cuerpo del compañero. Los vibradores y las duchas de teléfono (más estas últimas) son fuente de consuelo para muchas señoras respetables. Pueden utilizarse también en la relación de pareja.

El acto sexual, propiamente dicho, puede ser una "forma adecuada" si la mujer ha aprendido a pescar el orgasmo apretándose contra el cuerpo del hombre en cada movimiento de la penetración y ejercitando las tensiones musculares antes comentadas. En el caso contrario, el acto sexual, propiamente dicho, es una de las formas más cansadas e inoperantes para que las mujeres lleguen al fascinante y reparador orgasmo.



Durante el tiempo necesario

Aquí si que hay variaciones para todos los gustos.

Es normal que una mujer, masturbándose en solitario, alcance su orgasmo en periodos relativamente cortos, de uno a cinco minutos. Pero esa misma mujer, en una relación sexual con compañero, puede tardar entre quince y treinta minutos en llegar al delicioso final.

Ello es debido a la importancia del "componente psicológico". En la masturbación solitaria, el componente psicológico es fácil de controlar por la misma mujer. Bastantes mujeres, una tercera parte al menos, no manejan fantasías eróticas durante la masturbación. En cambio, en los varones, las fantasías aparecen en el cien por ciento.

El "componente psicológico" en la mujer, no es, necesariamente, de naturaleza sexual o erótica. Las lecturas usadas por los hombres al masturbarse son, con gran preferencia, las de tipo pornográfico. En cambio las mujeres prefieren novelas románticas.

Otra circunstancia que retrasa la obtención del orgasmo en compañía, es la voluntad de alargar el acto (para disfrutar más tiempo). Desgraciadamente, la mayor parte de las veces que el orgasmo femenino se retrasa, es por la ineficacia de las técnicas que las parejas emplean de forma habitual en el coito.



Con los componentes psicológicos oportunos

Los componentes psicológicos, en la sexualidad femenina, son mucho menos sexuales que los del varón. El hombre reacciona con presteza a los estímulos sexuales, en tanto que la mujer es más calmada en su reacción. Para las mujeres, lo más importante es sentirse relajadas, tranquilas, seguras. Si aprecian urgencias en el varón, pueden quedar bloqueadas al percibir que ellas no vibran con idéntica rapidez o facilidad.

Por lo tanto, cuando hablamos de componentes psicológicos no nos referimos a componentes sexuales ni eróticos. El consabido "período de preparación" en el que las parejas se acarician, antes del acto sexual, no es (para la mujer) propiamente un periodo de preparación sexual, sino una manera de transmitir afecto y sexo no exigente.

Las parejas de novios, a la manera clásica, tienen experiencia en periodos de caricias, besos... antes de llegar a la relación sexual más íntima. Incluso es frecuente que las caricias, a la larga, incluyan los pechos y los genitales. Tales caricias (lo que los americanos llaman "peeting"), sin orgasmo o con orgasmo, suelen coincidir con fases de mucho cariño y pasión. De ahí que acostumbren a ser muy satisfactorias y apetecidas por ambos miembros de la pareja.

Pero cuando se dispone de más tiempo, junto a los problemas que la convivencia acarrea, las fases de caricias pueden irse acortando, lo que no favorece las cosas al perturbar la necesaria relajación de la mujer. En tales circunstancias, las mujeres perciben como desagradables las aproximaciones rápidas o las muy evidentes. Hay maridos que ni se acuerdan de que sus mujeres existen, excepto cuando les apetece sexo. Tales días se ponen mimosos, o besan a sus esposas en el cuello sin que venga a cuento. Si la mujer, el resto de los días, no recibe ni el beso de los buenos días, no es extraño que reciba con desagrado las muestras de afecto que intuye falsas, y que resultan la señal inequívoca de que el marido ese día quiere juerga.

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