Da la
sensación de que la respuesta sexual de la mujer se halla mucho más influida
por aspectos psicológicos que sexuales. Decíamos antes que el hombre se excita
con poca cosa. La mujer, en cambio, necesita más alicientes. Lo más frecuente
es que dé mucha importancia a los componentes psicológicos no sexuales que
intervienen en la relación. Una mujer heterosexual, para excitarse sexualmente
con un hombre, debe considerarlo agradable, afectuoso y emocionalmente interesante.
La vulva
Los
genitales externos de la mujer responden al nombre de vulva. Bien es verdad que
este nombre, impecable desde el punto de vista técnico, tiene poco
predicamento. La prueba es que no se emplea como exclamación soez. Difícilmente
oiremos a alguien diciendo "¡Vulva!" como indicación de asombro,
interés o fastidio. Más bien oiremos "¡Coño!" o, con fines más
explicativos que imperativos, alguno de sus eufemismos malsonantes
("chocho", "conejo", "patata"...)
La vulva es
un objeto anatómico poco conocido, en general. Muchas son las mujeres que no la
conocen a fondo, lo que requiere examinarla con ayuda de un espejo (no es
necesario que sea mágico).
El clítoris,
ese curioso adminículo situado en la parte superior, y cubierto por un capuchón
que, por abajo, se continúa con los labios menores, suele acaparar misterio y
morbo a partes iguales. Los varones que conocen su existencia, suelen
adjudicarle un uso prioritario en la obtención de placer, lo cual no es
compartido por la generalidad de las mujeres.
Acariciar un
clítoris es una experiencia de todo punto recomendable, pero no exactamente
cosa fácil. Cuando la mujer empieza a excitarse, el clítoris aumenta de tamaño,
pero también (y mucho más) el capuchón que lo cubre. De ahí que muchos clítoris
queden embozados en esta fase de alegría, con lo que su apariencia es un tanto
imprecisa. Si la mujer no orienta verbalmente en esa lid, el hombre puede
quedar desorientado en su acoso y derribo del eréctil, pero esquivo,
cuerpecillo.
Mujeres hay
que, aún habiendo oído y leído acerca del clítoris, no están muy seguras de
donde lo tienen, e incurren en similares torpezas cuando el pequeño travieso da
señales de vida, pero sin mostrarse (cubierto por su capucha) con suficiente
descaro. Habida cuenta de que hay otras partes de la vulva tan sensibles como
el propio clítoris (el capuchón, los labios menores) la exploración al tacto no
resulta suficientemente reveladora.
He tenido
clientes que, solas o en pareja, han fallado estrepitosamente en la búsqueda y
captura del interesante artificio. Y es que el clítoris, aunque muy
sobrevalorado, cuesta realmente de hallar a menos que sea muy prominente. El
tamaño de este artilugio es variable, desde milímetros a varios centímetros.
Los más habituales pueden ser evidentes en fase de letargo, pero quedan
perdidos en la espesura apenas se inicia la fiesta.
Como
veremos, la excitación sexual de la mujer se manifiesta por el entumecimiento
de clítoris, capuchón y labios menores, con lo que los dos últimos instrumentos
pueden englobar al primero y hacerlo poco patente. Por otra parte, el clítoris
puede reaccionar con disgusto si se le acaricia directamente. Es muy suyo, y,
en muchas mujeres, delicado. Tocar directamente el clítoris puede causar una
sensación de intenso cosquilleo, agradable y desagradable al mismo tiempo. Es
mejor actuar sobre él a través del capuchón, o con la mano plana sobre los
labios menores y mayores, o acariciándolo "desde arriba" a través del
monte de Venus. La lengua bien húmeda es el órgano sexual que el pequeño
clítoris acepta mejor como compañero de viaje, a condición de que se comporte
en forma paciente y tenaz. Como muy bien respondía un clítoris suspicaz, al ser
preguntado por otro clítoris malintencionado acerca de su relativa sequía en
cuanto a placeres: "¡Malas lenguas!".
¿Orgasmo
clitoridiano o vaginal?
¡Qué mas da!
Cualquier orgasmo requiere la suficiente estimulación, en intensidad y tiempo,
de la plataforma orgásmica (clítoris, capuchón y labios menores). Quien dedique
sus afanes a una parte concreta (clítoris, labios menores...) logrará orgasmo.
Quien incite la plataforma de forma indirecta (masajeando los labios mayores,
revolviendo el monte de Venus, apretando los muslos, apretando todo el pubis
sobre un cojín, o sobre un osito de peluche, o sobre la pierna del noviete...)
llegará igual. Durante el acto sexual, propiamente dicho, el negocio es más
difícil. Requiere que los cuerpos de los dos contendientes se aprieten, pubis
contra pubis, de forma que la plataforma orgásmica se sacie de apreturas.
También es posible que mujeres hábiles "pillen" el orgasmo durante el
acto sexual, simplemente apretando los músculos de los muslos y del recto.
Algunas afortunadas (pocas) tienen orgasmos solamente con excitaciones
mentales.
Digan lo que
digan, pocas veces "el varón provoca el orgasmo a la mujer". Es la
mujer quien lo "captura" con la ayuda de su compañero.
Aquella
famosa frase "no hay mujeres frígidas sino varones inexpertos" me ha
parecido siempre desastrosa. Eleva la mujer a la categoría de un instrumento
musical ("no hay guitarras malas sino guitarristas inexpertos"). Creo
que remeda una frase de San Pablo ("no hay mujer honesta sino mal
trabajada") que también se las trae. Lo correcto es pensar que si una
mujer tiene algún tipo de dificultad sexual, es ella, en primer lugar, quien
tiene que preocuparse por aprender a corregirlo. No quedarse tendida
pasivamente en la cama esperando que el compañero adquiera experiencia.
Todas, todas
las mujeres, tienen la posibilidad de tener orgasmos. Las condiciones son:
1.
Estimulación en el lugar adecuado.
2. De la
forma adecuada.
3. Durante
el tiempo necesario.
4. Con los
componentes psicológicos oportunos.
Repasémoslas
una por una.
Estimulación
en el lugar adecuado
El lugar
adecuado puede ser cualquiera que, de forma directa o indirecta, presione la
plataforma orgásmica. Veamos los lugares y las técnicas:
1. Clítoris, capuchón del clítoris y labios
menores. Todas estas zonas tienen una similar sensibilidad en cuanta recepción
de estímulos sexuales. Su importancia queda reflejada en el hecho de que más
del 80 % de las mujeres que se masturban, lo hacen acariciando estas partes
concretas. En la masturbación, las mujeres mueven uno o dos dedos suave y
rítmicamente sobre las zonas sensibles, o bien aplican una presión rítmica o
constante con varios dedos o toda la mano. Harían bien los hombres en copiar
tales maniobras, a la hora de solazar a sus compañeras.
Es normal
que con uno o dos dedos se accione entre los labios menores, frotando a lo
largo para llegar, en cada movimiento, hasta el clítoris o a su base. También
es útil apretar los labios entre pulgar e índice, de forma rítmica.
En algunas
mujeres, estas zonas son excesivamente sensibles. En estos casos, ellas suelen
preferir la estimulación a través del capuchón del clítoris, es decir,
"desde arriba". O bien, la estimulación a través del monte de Venus,
la parte inmediatamente por encima de la vulva, cubierta por el vello pélvico.
Recordemos
que todas estas estructuras están ligadas al clítoris en su parte anterior y
superior, y que, por tanto, su estimulación actúa indirectamente sobre ese
órgano.
Otra
técnica, sobre estas mismas zonas, es la aplicación del estímulo con algún
objeto en lugar de los dedos. Más adelante hablaremos del efecto que un vibrador
puede tener en estos casos.
2. Labios
mayores. La presión
sobre los labios mayores puede resultar muy estimulante para algunas mujeres.
De todas formas lo normal es que, cuando se actúa sobre los labios mayores. La
fuerza se ejerce de forma general sobre toda la zona genital.
3. Presión
de los muslos. Es una
técnica de masturbación empleada por un diez por ciento de mujeres. Las
presiones afectan a toda la zona genital (labios mayores, menores, clítoris...)
4. Tensiones
musculares. Existen
maravillosos orgasmos femeninos producidos únicamente por la tensión de los
músculos de la zona pélvica. Una hembra boca abajo, moviendo las nalgas
rítmicamente hacia adelante y una contra otra, puede llegar al clímax con
relativa facilidad. Algunas de ellas aprovechan para presionar suavemente sus
genitales contra la cama, un cojín o un muñeco de peluche.
Los
movimientos de las nalgas, con tensión considerable de los músculos glúteos y
abductores, imitan los movimientos del varón durante el acto sexual, y son los
mismos que efectúa la mujer cuando se coloca encima en dicho acto.
Como técnica
de masturbación no es tan frecuente como otras; alcanza al cinco por ciento de
mujeres. pero quienes la experimentan aseguran que es una de las más
gratificantes en cuanto a la calidad de los orgasmos alcanzados.
5. Los
pechos. En gran
cantidad de mujeres los pechos, y, muy especialmente, los pezones, son
eróticamente sensibles. La estimulación de los pechos, por sí sola, no es
suficiente para llegar al orgasmo, salvo en algunas mujeres muy sensibles. Pero
sirve de mucho combinar la estimulación de los senos (acariciándolos,
oprimiéndolos con la mano o con el cuerpo, besándolos...) con la de los
genitales.
6. La vagina. La realidad es que solamente
existen zonas erógenas en la parte inicial de la vagina. Más adentro el
equipamiento de "terminales de placer" es escaso o nulo. De ahí que,
aunque alrededor de un 20 % de mujeres se masturben introduciendo dedos u
objetos en la vagina, pocas de ellas dejan de acariciarse, al mismo tiempo, en
el resto de los genitales.
Algunas
mujeres tienen sensible el llamado punto G (por su descubridor, Grafenberg). Se
trata, más o menos, de la zona de la vagina correspondiente al clítoris, por
debajo. Para llegar a él se debe introducir un dedo, preferentemente el medio,
en la vagina. Con el pulpejo del dedo hacia arriba, puede estimularse este
punto. No todas las mujeres reaccionan en este recinto. Lo más práctico es
probar, preguntar, y actuar en consecuencia.
Estimulación
de la forma adecuada
La forma
adecuada es la que cada mujer considera adecuada para ella misma. Si la mujer
tiene experiencia en masturbarse, lo mejor es que comunique al hombre cómo lo
hace, o que haga una demostración práctica.
Hay mujeres
que prefieren la estimulación con los dedos, otras con la lengua, otras
seleccionan el frotamiento de los genitales con el cuerpo del compañero. Los
vibradores y las duchas de teléfono (más estas últimas) son fuente de consuelo
para muchas señoras respetables. Pueden utilizarse también en la relación de
pareja.
El acto
sexual, propiamente dicho, puede ser una "forma adecuada" si la mujer
ha aprendido a pescar el orgasmo apretándose contra el cuerpo del hombre en
cada movimiento de la penetración y ejercitando las tensiones musculares antes
comentadas. En el caso contrario, el acto sexual, propiamente dicho, es una de
las formas más cansadas e inoperantes para que las mujeres lleguen al
fascinante y reparador orgasmo.
Durante el
tiempo necesario
Aquí si que
hay variaciones para todos los gustos.
Es normal
que una mujer, masturbándose en solitario, alcance su orgasmo en periodos
relativamente cortos, de uno a cinco minutos. Pero esa misma mujer, en una
relación sexual con compañero, puede tardar entre quince y treinta minutos en
llegar al delicioso final.
Ello es
debido a la importancia del "componente psicológico". En la
masturbación solitaria, el componente psicológico es fácil de controlar por la
misma mujer. Bastantes mujeres, una tercera parte al menos, no manejan
fantasías eróticas durante la masturbación. En cambio, en los varones, las
fantasías aparecen en el cien por ciento.
El
"componente psicológico" en la mujer, no es, necesariamente, de
naturaleza sexual o erótica. Las lecturas usadas por los hombres al masturbarse
son, con gran preferencia, las de tipo pornográfico. En cambio las mujeres
prefieren novelas románticas.
Otra
circunstancia que retrasa la obtención del orgasmo en compañía, es la voluntad
de alargar el acto (para disfrutar más tiempo). Desgraciadamente, la mayor
parte de las veces que el orgasmo femenino se retrasa, es por la ineficacia de
las técnicas que las parejas emplean de forma habitual en el coito.
Con los
componentes psicológicos oportunos
Los
componentes psicológicos, en la sexualidad femenina, son mucho menos sexuales
que los del varón. El hombre reacciona con presteza a los estímulos sexuales,
en tanto que la mujer es más calmada en su reacción. Para las mujeres, lo más
importante es sentirse relajadas, tranquilas, seguras. Si aprecian urgencias en
el varón, pueden quedar bloqueadas al percibir que ellas no vibran con idéntica
rapidez o facilidad.
Por lo
tanto, cuando hablamos de componentes psicológicos no nos referimos a
componentes sexuales ni eróticos. El consabido "período de
preparación" en el que las parejas se acarician, antes del acto sexual, no
es (para la mujer) propiamente un periodo de preparación sexual, sino una
manera de transmitir afecto y sexo no exigente.
Las parejas
de novios, a la manera clásica, tienen experiencia en periodos de caricias,
besos... antes de llegar a la relación sexual más íntima. Incluso es frecuente
que las caricias, a la larga, incluyan los pechos y los genitales. Tales
caricias (lo que los americanos llaman "peeting"), sin orgasmo o con
orgasmo, suelen coincidir con fases de mucho cariño y pasión. De ahí que
acostumbren a ser muy satisfactorias y apetecidas por ambos miembros de la
pareja.
Pero cuando se dispone de más tiempo, junto a los problemas que la
convivencia acarrea, las fases de caricias pueden irse acortando, lo que no
favorece las cosas al perturbar la necesaria relajación de la mujer. En tales
circunstancias, las mujeres perciben como desagradables las aproximaciones
rápidas o las muy evidentes. Hay maridos que ni se acuerdan de que sus mujeres
existen, excepto cuando les apetece sexo. Tales días se ponen mimosos, o besan
a sus esposas en el cuello sin que venga a cuento. Si la mujer, el resto de los
días, no recibe ni el beso de los buenos días, no es extraño que reciba con
desagrado las muestras de afecto que intuye falsas, y que resultan la señal
inequívoca de que el marido ese día quiere juerga.
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