Objetivos
del programa de entrenamiento en técnicas cognitivas
Los
objetivos del programa de entrenamiento en técnicas cognitivas son (Gonzalo,
1997):
- Hacer conscientes a los
jugadores del poderoso impacto que tienen en sus sentimientos y en su
conducta su actividad cognitiva, es decir, sus pensamientos.
- Identificar qué se dicen a sí
mismos los jugadores en diferentes situaciones deportivas: cuando van perdiendo,
cuando fallan un disparo, cuando les roban un balón, cuando un marcaje es
muy pegajoso, etc… con el objeto de conocer qué situaciones y eventos
están asociados a determinados patrones cognitivos.
- Modificar -si es negativo o
interferente con la ejecución deportiva- lo que se dicen a sí mismos los
jugadores en dichas situaciones deportivas con el fin de que sus
sentimientos y comportamientos sean más efectivos.
- Ayudarles a identificar y
refutar las distorsiones de pensamiento postcompetitivas, sustituyendo
éstas por otros pensamientos alternativos más ajustados a la realidad.
Técnicas
para cada objetivo y metodología
Técnicas
para el primer objetivo: Para hacer a los jugadores más conscientes del poderoso impacto que tienen
los pensamientos en sus sentimientos y en su conducta sobre la cancha,
utilizamos la retrospección (Williams, 1993). Consiste en que los
jugadores recuerden un determinado partido en el que, por ejemplo, jugaron muy
bien y traten de recrear los pensamientos que tuvieron lugar antes y durante
ese partido. Muchos jugadores son capaces de identificar patrones de
pensamiento asociados a buenas y malas actuaciones. Con ello conseguimos que
los jugadores tomen conciencia de la situación específica que condujo a este
tipo de pensamiento.
Técnicas
para el segundo objetivo: Para identificar qué se dicen a sí mismos los jugadores en diferentes
situaciones deportivas para averiguar qué eventos están asociados a
determinadas formas de pensar, podemos utilizar, aparte de la retrospección, el
cuestionario Feedback de la actuación deportiva (Williams, 1993) Este
cuestionario puede administrase después de los partidos y recoge, además de
información directa del autodiálogo de los jugadores, otros datos referidos a
variables relevantes en psicología del deporte. También podemos utilizar el vídeo;
ver vídeos de partidos ayuda al jugador a evocar estos pensamientos, que
puede, al mismo tiempo, anotarlos en un papel.
Técnicas
para el tercer objetivo: Para modificar lo que los jugadores se dicen a sí mismos en determinadas
situaciones -potencialmente generadoras de estrés- utilizamos las autoinstrucciones
(Meichenbaum, 1977) Se utiliza cuando lo que el jugador se dice a sí mismo es
interferente o inapropiado para la ejecución de la conducta deportiva (Ruiz
Fernández, 1993). El psicólogo, junto con los jugadores, repasa las situaciones
estresantes del partido que ponen en marcha los pensamientos negativos: por
ejemplo, un jugador de balonmano falla un tiro en una muy buena posición para
marcar y sus pensamientos tras de este error son: "¡Qué mal ando hoy, no
acierto una; creo que no podremos con ellos!".
Este
autodiálogo es interferente para la tarea, porque genera ansiedad e impide
centrarse en la jugada siguiente o en lo que el entrenador le ha dicho. Se le
enseña que en este caso, primero, mediante la técnica llamada parada de
pensamiento (Meyers, y Scheleser, 1980) debe detener la cadena de
pensamientos negativos diciéndose a sí mismo "¡basta!". Después se le
explica que tiene que utilizar las autoinstrucciones previamente ensayadas
(frases cortas que internamente nos decimos a nosotros mismos para guiar con
éxito nuestra conducta) en esa situación. Entre psicólogo y jugadores
determinan qué autoinstrucciones puede usar para ese momento, por ejemplo: "¡Si
lo sigo intentando, al final marcaré un gol porque estamos metiéndolos en su
área!".
Estas
autoinstrucciones, como muy bien apunta Buceta (1991) sirven para recordar que
eso que ha sucedido entra dentro de lo posible, que es inherente al juego, que
no pasa nada, que los goles ya entrarán, que en ese momento es racional
centrarse en lo que el entrenador le indica y no en que ha fallado el tiro.
Otro momento
en el que se pueden poner en práctica las autoinstrucciones es cuando el equipo
va perdiendo por varios tantos de
diferencia. Es muy probable que afloren sentimientos de desánimo, que los
jugadores empiecen a notar ansiedad y se precipiten en la elaboración de las
jugadas. Además de poder realizar unas inspiraciones profundas para poder
regular el excesivo nivel fisiológico que puede acompañar a esa situación, los
jugadores tienen que poner en marcha unas autoinstrucciones -ensayadas antes de
la competición- de este tipo: "Tenemos tiempo de recortar; vamos a
centrarnos en meter este ataque". Las autoinstrucciones han de ser cortas
y congruentes con el estado de ánimo. No vale, pues, decirse "no estoy
nervioso" cuando en realidad se está. Es mejor decirse: "Estoy
nervioso, pero sé lo que tengo que hacer para superarlo". De cualquier
modo, es fundamental que el jugador perciba que lo que se dice le ayuda a
superar la situación estresante.
En resumen,
podemos utilizar las autoinstrucciones para (Gonzalo, 1997):
- Analizar y prever qué es lo que
puede suceder en un partido determinado (los inconvenientes que un partido
tiene: ir perdiendo, fallar tiros, perder balones…), y ensayar los
jugadores, conjuntamente con el psicólogo y el entrenador del equipo,
auntoinstrucciones cortas y claras que puedan ser utilizadas en esos
momentos para que guíen el comportamiento deportivo con eficacia, que
muestren que hay salida para la situación.
- Para motivar a los jugadores,
ya que éstas pueden ser motivantes en sí mismas, es decir, que su uso
tampoco queda restringido cuando encontramos patrones de pensamiento
negativo.
Técnicas
para el cuarto objetivo: Especialmente cuando se pierde, o cuando no se ha jugado bien, o cuando
las circunstancias de la derrota han sido particularmente dolorosas -como
perder por lanzamientos desde el punto de penalti en fútbol-, o cuando se
pierde jugando bien ya que la suerte ha sido esquiva, tenemos que estar atentos
a las distorsiones cognitivas que pueden cometer los jugadores. Gauron
(1984) ha recogido las distorsiones cognitivas que más comúnmente cometen los
jugadores:
- La perfección es necesaria: Una de las ideas irracionales
o distorsiones cognitivas que con más frecuencia cometen los deportistas
es la de que deben ser competentes y perfectos en todo lo que intentan.
Los deportistas que piensan que deben ser perfectos se culparán a sí
mismos por cualquier fallo que cometan. Su auto concepto será muy bajo
cuando se equivoquen. Este tipo de distorsión conduce, además, a que el
jugador esté presionado y no disfrute con el juego y no rinda óptimamente.
- Catastrofizar: Acompaña normalmente a las
tendencias perfeccionistas. Si el deportista cree que cualquier fallo es
un desastre humillante, hay que actuar sobre esta distorsión. Pensar que
las derrotas son catástrofes no servirá de nada. Sólo resulta útil
corregir defectos y prever, dentro de lo humanamente posible,
acontecimientos futuros.
- La valía personal depende del
éxito: Hay
que ayudar a los jugadores a que se valoren no sólo por el éxito (ganar,
jugar de titular…) sino por su contribución general al equipo (mayor
muchas veces de la que perciben) y por el esfuerzo personal que como
profesionales realizan para superarse, y en dónde sí deben exigirse.
- Culpar: Nada se gana con poner excusas
o con atribuir los fallos a otros. De la misma manera, tampoco se consigue
nada con atribuirse todas las culpas de la derrota. El psicólogo debe
ayudar a los jugadores y entrenadores a realizar atribuciones adecuadas de
responsabilidad sobre su actuación y rendimiento.
- Pensamiento polarizado: Es la tendencia a ver las cosas
y las personas en términos de todo o nada (pensamiento absolutista) El
pensamiento de todo o nada conduce al deportista a categorizar cualquier
evento como exitoso o no exitoso, bueno o malo. Este pensamiento también
suele presentarse en forma de etiquetaciones: "Este es un equipo
perdedor"; "no tienen agresividad"; "son un equipo
faltón…" Describir evaluativamente algo o alguien en dos o tres
palabras estereotipadas es muy negativo ya que los deportistas tienden a
introyectarlas, pasando así a formar parte de su autoconcepto e influyendo
en sus expectativas. Las etiquetas, además, son muy difíciles de eliminar;
conviene, por ello, intentar evitar este tipo de lenguaje categórico.
- Sobregeneralizar: A partir de unas pocas
experiencias, inferir una frase válida para todo tipo de situaciones. Es
concluir sin tener suficiente apoyo empírico para ello. Ejemplo: a partir
de que dos partidos no se jugaron bien en una determinada cancha, afirmar
que no se hacen buenos partidos en ese lugar.
- Personalizar: Verse a sí mismo como causa de
las derrotas y de los fracasos. Ejemplo: "Hemos perdido el partido
porque yo fallé el lanzamiento en el último minuto."
Después de los
partidos se analiza objetivamente, con la ayuda del vídeo, la actuación del
equipo. El psicólogo, los jugadores y el entrenador tienen que estar muy
atentos a cualquier tipo de verbalización y evaluación que sobre lo sucedido en
la cancha se haga. Particularmente, hay que identificar y modificar las
distorsiones anteriormente descritas porque pueden afectar al ánimo de los
jugadores. De lo que se trata, en suma, es de realizar un análisis objetivo de
lo sucedido en el partido, o sea, analizar los hechos de modo que se
ajusten lo más posible a lo acontecido durante el partido. Para ello, podemos
servirnos de la reestructuración cognitiva que también se usa en
clínica. Consiste básicamente en lo siguiente: 1. Lo que los jugadores
manifiestan son hipótesis que deben ser comprobadas o rechazadas por la
evidencia empírica. 2. Hay que buscar la evidencia que pruebe que lo que se
dice es efectivamente así. 3. Discutir las opiniones a la luz de la evidencia
encontrada (Beck, 1984).
Para
practicar una reestructuración cognitiva a un equipo de jugadores puede
seguirse el esquema que Andrés, y Bas (1994) proponen para el ámbito clínico,
que puede trasladarse al área deportiva sin mayor problema.
Conclusiones
En
definitiva, se trata de que los jugadores y deportistas perciban al psicólogo
como un entrenador más, sólo que en el aspecto mental o de mental training
(Williams, 1993). Así como un entrenamiento diario físico técnico y táctico
conduce a que los jugadores afronten la competición preparados en éstas áreas,
un entrenamiento en este caso cognitivo -lo cual no excluye, evidentemente, que
puedan usarse otras técnicas para otros niveles dentro del triple sistema de
respuesta- puede contribuir a que los jugadores posean una adecuada preparación
en el aspecto psicológico.